miércoles, 12 de mayo de 2010


Fue violento conocerte.

Miré a través de tus ojos misericordiosos y supe que habías sido un de ellos. En esa seriedad distante, en esa especie de parca resolución de ser correctamente frío, y en ese espacio que nos unía y nos separaba hasta volvernos extraños, te reconocí.
Y supe que estuviste ahí. Ahí plantado, con el arma cargada. Y fuiste uno de ellos.

Silenciosamente te observo. Te recuerdo. Te reconstruyo.

Te toco, a veces.

Sos el enemigo de mi pueblo. Sos la destrucción de mi sangre. Y lloro.

Violentamente te deseo. Deseo caer en esas manos, ser ahorcada hasta morir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario